domingo, 14 de octubre de 2012

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Podía ver en sus ojos que estaban muy asustados los dos. Pero no temían por su propia vida, sino que cada uno temía por la vida del otro. Observaban la situación, cada uno creando un plan en su cabeza. Intentaban encontrar la manera de proteger al otro aunque eso significara un sacrificio por parte de uno de los dos.
 
Sujeté la pistola con más fuerza y les recordé que les estaba apuntando con la intención de matarles.
 - ¡No os movais ninguno! ¡Solo un movimiento y disparo!
 
Él la miró con cariño para calmarla y la cogió de la mano apretandola fuerte. Ella suspiró y asintió con la cabeza así diciendole que comprendió el mensaje.
 
Hacía mucho frio. Sentí cómo una corriente helada de viento me rodeó, provocando que mis manos temblaran. Disimulé dando un paso hacía delante. Vi cómo la chica clavó sus uñas en la mano del chico y él a su vez apretó la mandibula.
 
Tenía que cumplir con el encargo. Si no conseguía matar a los dos, por lo menos debía matar a la chica. Mis ordenes eran así de claros. "El mundo no está preparado para tener a los dos viviendo juntos." Las palabras del Padre todavía sonaban en mi mente. No le comprendía del todo, pero si lo decía él, sería verdad.
 
El chico se movió ligeramente y la chica aguantó la respiración. Entonces me di cuenta de que los dos compartían unos sentimientos muy profundos. Sentimientos que yo no era capaz de entender, pero  solo se podrían resumir en una palabra - amor. Empecé a dudar de lo que estaba a punto de hacer. El chico aprovechó el momento y se puso delante de la chica impidiendo que pudiera apuntarla. La abrazó y ella apoyó la cabeza en su pecho.
 - ¡Quietos! ¡Voy a disparar! - grité con toda mi fuerza, porque estaba perdiendo el control. Me moví hacía un lado y pude ver a la cara de la chica. Estaba llorando. No podía permitir que consiguiera distraerme. Sujeté bien la pistola y justo cuando iba a disparar los dos ya estaban en el suelo.
 

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